¿Cómo pagaré al Señor todo
el bien que me ha hecho?
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis
votos en presencia de todo el pueblo (Cf. Salmo 115)
Cristo abraza “hasta el extremo” la voluntad de Dios, hasta dar la vida por sus
amigos, por sus hermanos. Hoy Cristo se ofrece en sacrificio de alabanza,
invocando el nombre de su Padre amado, en el gozo del Espíritu Santo, para
cumplir, ante todo el pueblo, con la misión encomendada por el Padre Bueno.
¿Cómo podemos pagar al Señor, todo el bien que nos ha hecho? Solo hay una
forma, imitando la vida de Jesús. Este es el desafío de la vida consagrada hoy
y siempre. Vivir la vida de Jesús, vivir como Jesús, ser otro Jesús en el
mundo. Para esto, solo hay un camino, que es Él mismo. Sólo podemos cumplir
nuestros votos si caminamos poniendo nuestros pies en sus huellas, sin mirar
atrás, sin dar rodeos por otros senderos, fiándonos plenamente de su Palabra,
de cada uno de los acontecimientos en los que nos hace vivir.
Muchos
son los llamados, pocos los escogidos. Hoy cenan a su mesa un pequeño grupo de
discípulos, entre ellos hay bueno y menos buenos, hasta se encuentra un
“traidor”. Jesús no deja a nadie fuera de la mesa. ¿Quiénes serán capaces
después de seguirle hasta el final, a pesar de las traiciones y caídas?
Solamente aquellos que levantan sus ojos para salir de sí mismos, de sus
pequeños mundos, para mirarlo a Él, para invocar su nombre.
“¡Ven, Señor
Jesús!” Ven hoy de nuevo a nuestra Mesa, a nuestro Altar. Ven, de nuevo, y
quédate con nosotros. Ven y danos de nuevo esperanza y fe, caridad y amor,
danos un nuevo corazón. No nos dejes seguir vagando por nuestro egoísmo y haznos
buscar siempre el bien de nuestros hermanos. Enséñanos a lavarnos los pies unos
a otros, como tú nos dijiste, como tú nos mostraste. Enséñanos a tener un
corazón grande, como el tuyo, para abrazar la voluntad del Padre, para cumplir
la misión que Él nos ha encomendado, para dar la vida, con nuestro servicio por
los demás, por toda la humanidad.
Con
un solo corazón y una sola alma, aprendamos de Jesús a amar, uniendo en
nosotros el gozo y el dolor del mundo. Así, con Jesús, de la mano de María, con
el auxilio de los santos, el mundo se renovará por el amor.
M. Eugenia Pablo
Monasterio de San Benito
Talavera de la Reina
Doy gracias a la autora de este artículo, desde el día de su publicación hasta, hoy me está sirviendo de meditación, de acción de gracias a Dios que quiere seamos todos "uno" en Él, quiere que salgamos de nosotros mismos y solo Él puede hacerlo, si Le dejamos actuar en nosotros, si llegamos al conocimiento pleno de lo que es amar (mejor que "cumplir") su Voluntad en cada momento de nuestro existir...
ResponderEliminarDoy las gracias a la M. Eugenia Pablo por este artículo, que después de 15 días, me está ayudando a discernir en mi propio seguimiento y amor a Cristo, si estoy siendo fiel, como Él quiere y el mundo necesita, testimonios auténticos del Evangelio, de la Nueva noticia...
Esta frase de su artículo es la que me está interpelando intensamente mi interior, (pues reconozco que debo salir de mi egoísmo, de mis pequeños mundos y mirarle SOLO A ÉL) solo así podré amar a los demás, "como Él". Solo así cobra sentido mi vida.
Esta es la frase que estoy meditando junto con el artículo íntegro:
¿Quiénes serán capaces después de seguirle hasta el final, a pesar de las traiciones y caídas? Solamente aquellos que levantan sus ojos para salir de sí mismos, de sus pequeños mundos, para mirarlo a Él, para invocar su nombre.
Gracias por sus publicaciones. Feliz Pascua. Dios Le bendiga y conceda a su Comunidad vocaciones muy santas.
Hace media hora aprox. envié un comentario. Si desean publicarlo les pido el favor de que corrijan que llevo 15 días meditándolo, porque no puede ser cierto, ha sido un despiste. Si es verdad que lo estoy meditando desde la publicación del mismo.
ResponderEliminarSi lo publican, les pido el favor de que omitan esa errata. No era mi intención, exagerar ni mentir, ha sido un despiste.
Gracias y disculpen las molestias